El contar cuentos es un acto intenso, de comunicación personal. Invita al recogimiento, a concentrarse, a refugiarse.
El escuchar supone un contacto con la palabra y el espacio donde esa palabra se inscribe. Este contacto tiene una forma ancestral, el narrador y el círculo, clan cerrado, espacio transformándose por la evocación de la palabra de otros espacios, tiempo dilatándose, círculos agrandándose, hasta sumergirnos en el no-espacio-no-tiempo. «Palabra esencial en el tiempo», decía Antonio Machado de la poesía.
Un narrador entregado a la palabra y su encantamiento, invocando a un acto ritual, que se abre en el no-espacio-tiempo con fórmulas antiguas y que nos instala en otra dimensión: la de la imaginación y la palabra.
Había una vez Érase que se era... |
En este acto hay una situación de tiempo mítico que se imprime en la memoria, y remueve vivencias, sensaciones, sentimientos ancestrales.
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